Posiblemente la mejor manera de describir esta obra es quitarse de formalidades y pretensiones de crítico de Teatro con columna semanal y decir simplemente… «¡Es una chingonería!». La verdad. Y eso es porque tienes un texto de un autor y ensayista chingón, con la dirección de otro chingón como lo es Antonio Castro, quien trae un recorrido bastante largo dirigiendo escena y hasta con mención honorífica cuando egresó del Hamilton College de Nueva York, haciendo un excelente trabajo con La Desobediencia de Marte, y además de un gran equipo de arte, vestuario, etc… habiendo realizado un gran trabajo que te mete realmente a la obra, y como la carne del proyecto cuenta con 2 grandes actores mexicanos cuya trayectoria no es importante sólo por tiempo sino por calidad, o sea, Joaquín Cosio y José María de Tavira.
La química entre ambos actores hace que parezca que el mismo Juan Villoro, quien escribió esta Obra hace más de 30 años, la haya hecho pensando en Cosío y De Tavira, y la manera en que dan vida a estos 2 astrónomos, Tycho Brahe y Johanes Kepler, es impresionante ya que sin necesidad de efectos te transportan al pasado de una manera natural, al menos a como uno podría imaginar cómo trabajarían 2 genios como estos que tratan de resolver el fenómeno de las órbitas de los planetas.
En sus disputas, Tycho Brahe decía que la tierra estaba en constante movimiento y Kepler lo contradecía hasta en tono de burla por ser mayor que él y ya reconocido en el gremio. Esta interacción entre ellos se convierte en algo más familiar, algo más como de maestro y pupilo, como de padre e hijo.
La obra tiene un juego muy interesante con el tiempo, comparando cuestiones de 1600, que es justo el año en que se está contando la historia, con la actualidad. La similitud está manejada de una manera original, interesante y entretenida que hará que la gente desee que dure más tiempo. Es una obra que tiene ambas caras de la moneda, por así decirlo, porque cuenta con textos complicados y rebuscados pero que mantienen siempre un sentido del humor muy único, y que los actores lo logran llevar a cabo perfectamente (de ahí que un buen chiste no es de quien lo crea sino de quien mejor lo cuenta), y también tiene con textos más simples y coloquiales, lo cual hay que descubrir una vez entrados en la obra.
Sin duda alguna es un placer disfrutar del esfuerzo de todo el equipo que ha llevado a cabo tan excelente trabajo y es una obra imperdible para todos aquellos que gustan del buen teatro, y para todos aquellos que no van al teatro porque con esto tendrán un gran inicio con esta producción de Magnífico y Lado Be.
La Desobediencia de Marte se presenta en el Teatro Helénico del 4 de agosto al 1 de octubre, 2017, todos los viernes 20:30; sábados 18:00 y 20:30 y domingos 17:00 y 19:30 horas. Cuentan con boletos desde $200 a $450 pesos
Reseña: Jorge R. Gutiérrez
Fotografías: Gabriela Negrín